Gitaneidad, anticapitalismo y feminismo conforman los vértices desde los que la abogada Pastora Filigrana (Sevilla, 1981) ha escrito El pueblo gitano contra el sistema-mundo (Akal, 2020), un ensayo político en el que recoge estrategias de resistencia cultural gitanas e identifica en ellas “algunas pistas” de cómo construir una alternativa socioeconómica más justa. Con este libro, se dirige a “las personas que creen que podemos tener un orden mundial en el que todas las vidas quepan”, sintetiza. Filigrana, cooperativista y militante del Sindicato Andaluz de Trabajadores y Trabajadoras (SAT), explica que para entender el alcance y profundidad del antigitanismo hoy hay que darse cuenta de que al pueblo gitano se le ha construido históricamente como “la otredad por excelencia en Europa”. Una otredad que el imaginario de la sociedad mayoritaria mantiene en un peldaño de humanidad más bajo, explica. Filigrana se visibiliza como mestiza gitana en los espacios activistas y profesionales. Denuncia que el pueblo gitano, la minoría más grande del Estado español y de Europa, subsiste atravesado por un racismo que impregna todo ámbito de la vida social, desde el sistema judicial a los movimientos sociales. Ser de izquierdas, advierte la abogada y activista, no libra automáticamente de una mirada supremacista.

Consideras que hay que gitanizarse para crear una alternativa socioeconómica más justa. ¿Qué crees que hay que aprender e incorporar del pueblo gitano?  

Lo que pongo en valor principalmente es la cooperación en núcleos grandes; una economía basada en la cooperación y en conquistar los máximos niveles posibles de autogestión. Son pistas para empezar a construir un modelo de emancipación. Gran parte de la persecución del pueblo gitano ha sido por tener formas de vida que osaban desafiar el paradigma de que hay que trabajar para otro; por cuestionar la forma de acceder a los bienes básicos para vivir a través del salario. Con el libro, intento enseñar las estrategias de resistencia cultural en medio de siglos de persecución y la historia del pueblo gitano, que creo que es muy desconocida. No está en los libros con los que te enseñan la historia de España en la escuela. El pueblo gitano no aparece por ningún lado. He querido visibilizar que, de esa lluvia, estos charcos: para entender la situación actual de exclusión y marginación del pueblo gitano hay que contextualizarla históricamente. 

Afirmas que al pueblo gitano se le persigue por su ser y por su hacer. ¿Hasta hoy? 

A día de hoy no existe la persecución legal. A partir de 1978 existe una Constitución que establece la igualdad de trato. Hasta esa fecha, se había perseguido el hecho de ser gitano. No los delitos o infracciones que pudieran cometer, sino el mismo hecho de ser y su hacer: sus costumbres, no adaptarse a los patrones de la economía de mercado ni a la regularización de la mano de obra. Lo que se da hoy es un antigitanismo estructural. La población gitana conforma bolsas de pobreza. Nos siguen condenando a tener menos posibilidades de acceder a los recursos básicos para la vida, como la vivienda. Esto hay que entenderlo teniendo en cuenta que las formas de vida gitanas han sido criminalizadas históricamente. Se castiga que el gitano no haya querido trabajarle al payo y haya preferido ciertos niveles de precariedad a cambio de mantener una autonomía económica. Y esto todavía ocurre, lo que pasa es que la exclusión es tal que es difícil ver la línea entre cuando tener formas de economía alternativas al salario es una opción o cuando es una imposición. La población gitana tiene más dificultad de acceder a puestos de trabajo. Muchas profesiones que tradicionalmente habían desarrollado personas gitanas, muchas ligadas a la artesanía, han ido muriendo con el neoliberalismo, por lo que la marginalidad del pueblo gitano ha ido creciendo. El capitalismo ha avanzado tanto que cada vez es más difícil encontrar formas de economía alternativas. El neoliberalismo deja un margen de autogestión escasísimo y es lo que aboca a la clandestinidad, a la delincuencia y a la exclusión total.

¿La idea generalizada en el imaginario de la sociedad mayoritaria de que “los gitanos no quieren integrarse” tiene algo de cierto? 

Los gitanos no quieren perder sus formas de vida culturales y su canon de medir el éxito y el fracaso, lo bueno y lo malo. Los gitanos no quieren dejar de ser gitanos. Ni lo han querido en 1499 ni lo quieren ahora. Lo cruel es que se les exija dejar de serlo para ser sujetos de derechos en igualdad de condiciones.

¿Debe hablarse de políticas asimilacionistas? 

Para ser sujeto de derechos se exige la asimilación de las formas culturales occidentales, tanto a la población gitana como a la población migrante. En las prácticas concretas lo vemos. Por ejemplo, en cómo se afronta el absentismo escolar en un gueto en el que vive población gitana en exclusión. Muchas veces, se exige que vaya al colegio sin entender la realidad del lugar y de la familia. Existen excepciones y hay comunidades educativas que han intentado hacerlo de otra manera, incorporando mediación gitana en los coles. Se habla de integración, no de universalidad de derechos. En la administración de la justicia penal se ve muy claro el sesgo antigitano también.

La pobreza generalizada, los bajos niveles educativos y la informalidad de sus fuentes de subsistencia en muchos casos, llevan a considerar que el pueblo gitano vive subdesarrollado dentro de países considerados desarrollados. ¿Necesita desarrollarse el pueblo gitano? 

El antigitanismo es un racismo basado en que los gitanos son como son y en el hecho de que ahí se mantienen

El pueblo gitano lo que necesita es que la gran parte de personas que no tienen acceso a los recursos básicos para la vida puedan acceder a ellos en igualdad de condiciones. Lo que no puede ser una premisa para conseguir esto es que sus formas de vida tengan que parecerse a otro patrón que se considere desarrollado o superior. La colonialidad es esto, que en el imaginario exista un patrón de normalidad; una vara que mide lo que es lo correcto y lo incorrecto; lo ético y lo no ético; lo estético y lo antiestético. La subjetividad impuesta donde lo europeo, lo occidental, se considera superior, conlleva que aquella mujer con un hiyab quede situada en un escalón inferior de la jerarquía que aquella mujer que no lo lleva, y resulte más subdesarrollada, más primitiva… Estas cosas son importantes para entender el racismo y el antigitanismo. 

¿Qué explica que siglos de antigitanismo, con reiterados intentos de genocidio, de lo físico a lo cultural, no hayan conllevado la desaparición de la minoría gitana?

Gracias a las formas comunitarias de vida, al hecho de haber conseguido mantener un mutualismo de base, es decir, grupos amplios que se apoyan entre sí, que han servido de espejo y que han contado con una economía alternativa, que ha permitido que su subsistencia no dependiera de la economía hegemónica. 

¿De esta economía de resistencia gitana, la venta ambulante sería el pilar que queda actualmente? 

La venta ambulante es un ejemplo de cómo el pueblo gitano ha intentado escapar de ser asalariado. Esta venta sigue manteniéndose como parte de las economías familiares. No es que alguien se dedique a la venta ambulante, sino que un núcleo familiar se dedica a ello. Es uno de los resquicios de oportunidad de emprendimiento que quedan a las familias gitanas. 

Dos familias dedicadas a la venta son las que muestra la película sobre la relación amorosa entre dos jóvenes gitanas Carmen y Lola, de Arantxa Echevarría, muy criticada desde el feminismo gitano. ¿Consideras que el control social, concretamente sobre el cuerpo de las mujeres, que presenta la obra no responde a la realidad? 

No digo que sea mentira. Seguro que ocurre. Ahora bien, presentarlo como el ejemplo de la vida de las mujeres gitanas es sesgado. Lo que nos molestó profundamente fueron las declaraciones en las que la directora dijo que si una paya no hacía esta película las mujeres gitanas no tenían voz, pasándose por lo alto décadas de asociacionismo de mujeres gitanas y que hay un colectivo LGTBI gitano [Ververipen]. La homosexualidad en las familias gitanas se recibe de una manera o de otra, como en las familias payas, dependiendo del grado de religiosidad y de conservadurismo que pueden implicar más actitudes homófobas. El error que comete la directora es la mirada homogeneizadora de la realidad gitana. Está muy estereotipada.

¿Tiene particularidades el racismo contra el pueblo gitano respecto al racismo que pueden vivir personas racializadas provenientes de países del Sur global? 

Creo que el racismo opera igual, porque al fin y al cabo lo que hace es colocar a las personas por su origen o por su identidad en un escalón de humanidad inferior y negar la universalidad de los derechos humanos. Pero los motivos de racismo contra migrantes o contra gitanos son diferentes. Con los gitanos, los argumentos de “que vuelvan a su país” no se pueden usar. Por eso, quizás, es un racismo aún más biologicista y más cruento. El antigitanismo es un racismo basado en que los gitanos son como son y en el hecho de que ahí se mantienen. Y luego está eso de que te nieguen que tú eres gitana cuando no entras en su imaginario de gitana, porque tienes estudios, porque conversan contigo, porque te dicen que eres normal.

Mantienes que el antigitanismo es instrumental al sistema capitalista ¿Qué le aporta? 

El antigitanismo le viene estupendamente al sistema socioeconómico capitalista porque necesita grandes bolsas de pobreza para funcionar. Siempre habrá marginalidad porque el orden económico está planteado para que nunca haya pleno empleo. ¿Qué mejor argumento para justificar las bolsas de pobreza que decir que son pobres porque quieren? Porque son así. Porque quieren ser así. El antigitanismo es útil para justificar que el sistema capitalista funciona. Es decir, deja al sistema intacto: no es que el sistema no pueda erradicar la pobreza, no es que no haya trabajo para todas las personas, es que los pobres lo son porque quieren. 

En tu ensayo planteas la necesidad de unidad de acción de los movimientos sociales para avanzar en una propuesta transformadora que permita alcanzar vidas dignas a todas las personas ¿Cómo ir hacia allí? 

Querer universalizar la experiencia de lucha de Occidente al mundo entero es supremacismo, aunque sea desde la izquierda

Lo primero de todo es que la izquierda blanca tome consciencia de su mirada situada, porque está queriendo desmontar la casa del enemigo con sus propias herramientas. Es decir, estamos cuestionando el sistema económico capitalista pero no estamos cuestionando la escala de valores humanos que el capitalismo impone. El capitalismo dice lo que es moderno, adecuado y desarrollado y lo que no, y en nuestra propuesta disidente, hablamos de economía, pero no hablamos de que, aquello que es moderno, adecuado y desarrollado; aquello que es mejor o peor, también hay que cuestionarlo. Si no, estamos dentro del mismo marco del capitalismo. El capitalismo dice que hay que ser competitivo, cientificista, tener unas determinadas formas de vida y una determinada estética, y quien no lo cumpla está en un estadio de desarrollo inferior.

¿Haría falta contar con más personas gitanas en los diversos movimientos sociales para favorecer este cuestionamiento? 

Lo que hace falta es un diálogo, no decirles “venid a hacer lo que yo estoy haciendo” y convencerlos para que “se desarrollen”. La izquierda occidental es la que dice cuáles son las propuestas emancipatorias y cuáles no, y dice a los grupos que no cumplen con esto que lo primero que tienen que hacer es liberarse de sus identidades culturales para poder ser revolucionarios. Esto es un error. La izquierda blanca tiene que tomar consciencia de que pueden existir planteamientos de lucha muy diferentes. Querer universalizar la experiencia de lucha de Occidente al mundo entero es supremacismo, aunque sea desde la izquierda. Lo que creo que sería prioritario es que se escuche todo lo que tienen que decir las organizaciones gitanas desde un plano de igualdad, no mirándolas a la espera de que tomen consciencia de cuál es el camino de “lucha de verdad”, el de nuestro sindicato o el de nuestro espacio feminista. 

¿Que las personas gitanas lleguen a la política institucional tampoco te parece prioritario, entonces, para favorecer esta transformación? 

La representación institucional gitana la veo en un plano simbólico, pero aún así es bienvenida. Visibilizar a personas gitanas que nos saquen del imaginario de delincuencia y folklore es importante. Visibilizar otra gitaneidad es importante, porque existe, porque es real. Y es tal el nivel de invisibilización que cualquier cosa que lo visibilice es necesaria, porque mostrar la diversidad gitana nos humaniza.

Meritxell Rigol

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