IRENA BIHARIOVÁ / ACTIVISTA GITANA Y PRESIDENTA DE ESLOVAQUIA PROGRESISTA

Irena Bihariová (Trnava, Eslovaquia, 1980) fue elegida el pasado 6 de junio como presidenta del partido Eslovaquia Progresista (Progressivne Slovensko). Abogada, mujer y romaní, llega al puesto tras una comprometida trayectoria en el activismo antirracista en su país. La formación que ahora preside nació en 2017, en mitad de los escándalos de corrupción del SMER, el partido socialdemócrata eslovaco, que estallaron definitivamente en febrero de 2018 cuando el asesinato del periodista Ján Kuciak salpicó al primer ministro Robert Fico y forzó su dimisión.

En marzo de 2019 el partido dio la vuelta al tablero político al ganar su candidata, la abogada ambientalista Zuzana Caputova, las elecciones presidenciales con el 58% de los votos. Se convirtió así en la primera mujer en ejercer como jefa de Estado del país eslavo. Apenas dos meses después, en las elecciones al Parlamento Europeo, el PS fue la fuerza más votada con un 20% de los votos.

En las elecciones legislativas del pasado 29 de febrero, la formación, que concurría junto con la liberal y europeísta Spolu, se quedó fuera del Consejo Nacional Eslovaco, al obtener un 6,96% de los votos, un 0,04 por debajo de lo que la Ley Electoral exige a las candidaturas de coalición. Con apenas 20.000 votos menos que el xenófobo y ultraderechista Nuestra Eslovaquia (L’SNS), que obtuvo 17 escaños, el PS será fuerza extraparlamentaria a pesar de ostentar la presidencia del Estado y la máxima representación eslovaca en Bruselas.

Bihariová sustituye ahora a Michal Truban, considerado responsable del fracaso, tras derrotarlo en el último Congreso del partido. Tiene cuatro años para enfrentarse al gobierno conservador de Igor Matovic y sus socios del partido ultracatólico SME Rodina (Somos Familia), que en sus primeros días tomaron decisiones como el aislamiento de más de 6.000 personas de etnia gitana en guetos en el este del país con la excusa de combatir la pandemia.

El mayor éxito de su partido fue con una mujer al frente, la presidenta Caputova. Los ultracatólicos de SME Rodina, parte del Gobierno, y la ultraderechista L’SNS han llevado al parlamento propuestas que restringen los derechos de las mujeres. ¿Es su elección como nueva líder de su formación un mensaje?

No se trata de una estrategia per se. El parlamento eslovaco ha defendido los derechos de las mujeres en el pasado, como cuando en diciembre rechazó la propuesta de L’SNS de obligar a las mujeres que quisiesen abortar a ver antes una ecografía del feto. Nuestra defensa de los derechos de las mujeres no es tanto un elemento principal en la agenda del partido como algo que demuestra que somos actualmente el único partido liberal en Eslovaquia.

¿Qué quiere decir con ‘liberal’?

Liberal no en un sentido económico sino de defensa de los derechos y libertades democráticos. Algunos miembros de la actual coalición de gobierno se definen como liberales, pero lo son solo en cuanto a las medidas económicas. En Eslovaquia actualmente, por desgracia, no hay partidos que defiendan los Derechos Humanos en un sentido ‘liberal’ de la palabra.

En mitad de la movilización mundial en apoyo del movimiento Black Lives Matter en EEUU, en Eslovaquia se siguen investigando agresiones policiales a personas gitanas como la que tuvo lugar en Bardejov el pasado 12 de abril, cuando varios agentes atacaron a un hombre que no llevaba puesta la mascarilla obligatoria.

En Eslovaquia tenemos un problema muy arraigado de falta de respeto por los Derechos Humanos de las personas romaníes y casos como ese, por desgracia, no son raros. Gran parte de mi trabajo en la ONG People against Racism y desde el Comité para la Prevención y Eliminación del Racismo del Ministerio del Interior consistió en denunciar situaciones como la de Bardejov, que por suerte está siendo investigada.

¿Cree que la decisión del primer ministro Matovic de confinar, usando al Ejército, a más de 6.000 personas en los guetos romaníes del Este del país fue racista?

La decisión de aplicar el confinamiento a esos barrios no era necesariamente racista, pues eran zonas de alto riesgo de contagio y las mismas organizaciones en las que he colaborado denuncian desde hace años las malas condiciones higiénicas de los mismos. Yo misma señalé los guetos como posibles focos de infección y pedí al Gobierno que tomase medidas. Sí que fue racista la ejecución del confinamiento, la manera en la que se gestionó. No se separó a las personas infectadas de las sanas, no se tomaron más medidas sanitarias que el propio confinamiento de los barrios, no se puso en cuarentena a los posibles contagiados, se utilizó al Ejército… La decisión de aplicar medidas especiales en los asentamientos era necesaria, la forma de gestionarla estuvo llena de sesgos racistas.

La decisión de aplicar medidas especiales en los asentamientos gitanos era necesaria, la forma de gestionarla estuvo llena de sesgos racistas

¿Cómo cree que se percibe su elección como líder de Eslovaquia Progresista precisamente en este momento?

Como dije antes, no obedece a una estrategia sino a la decisión de los militantes del partido, pero entiendo que se percibe como un símbolo y estoy contenta. En muchas entrevistas que he concedido estos días para medios locales me preguntaban si creo que Eslovaquia está lista para que una mujer gitana lidere uno de los principales partidos del país. Mi respuesta es que es perfectamente coherente con las propuestas de mi partido y que además sirve para demostrar que la comunidad romaní puede aportar al debate político, más allá del debate sobre los derechos de las minorías, participando en igualdad en los asuntos generales.

¿Existe en Europa, no solo Eslovaquia, un problema de racismo institucional contra las personas gitanas?

Sí. El racismo institucional es un problema de toda Europa, no solo de Eslovaquia. No quiero que parezca que me erijo en juez de lo que se hace en otros Estados, pero tenemos varios ejemplos de maltrato a las comunidades romaníes en nuestro vecindario, en países como República Checa o Hungría. Pero también en Europa occidental. Todos los años se conocen casos de racismo institucional en Francia contra las comunidades gitanas y de maltrato a las poblaciones nómadas, francesas o de otros países de la UE, que atraviesan su territorio.

¿Cómo se plantea la labor del Eslovaquia Progresista siendo el partido con más eurodiputados y la presidencia del Estado pero fuera del parlamento?

La cuestión es que, con los actuales gobiernos y parlamento, no hay oposición democrática posible. Por un lado está la coalición conservadora del primer ministro Matovic, que incluye a cuatro partidos, y por otro solo quedan el SMER, salpicado por la corrupción, y la extrema derecha de L’SNS. Nosotros queremos llevar a la agenda pública cuestiones como el europeísmo o la recuperación de la crisis post-coronavirus con más digitalización y una economía más verde.

¿Qué opina de la entrada del partido Somos Familia en el gobierno?

Nos preocupa su enfoque de los derechos humanos, es el segundo partido en importancia en la coalición de gobierno y controla la presidencia del parlamento. Con Somos Familia en el Ministerio de Asuntos Sociales se ha despedido a la mayor parte de expertas en género que asesoraban al gobierno y comprobamos como la Conferencia Episcopal eslovaca vuelve a ser el lobby más influyente. Se puede comprobar en cómo ha desaparecido la expresión “igualdad de género” de cualquier comunicado del gobierno.

¿El euroescepticismo crece en Eslovaquia como en otros países del Grupo de Visegrado, los llamados ‘iliberales’, como Hungría o Polonia?

Bueno, nosotros consideramos que somos actualmente el único partido verdaderamente europeísta en Eslovaquia y eso se ve en las declaraciones de la jefa de Estado, la presidenta Caputova. Somos el único partido que no añade el famoso “pero” a la UE, que no dice “nos gusta la UE, pero” ni ve Bruselas como un sitio al que ir al pedir dinero, sino como nuestra casa y una garantía de democracia y derechos.

En los países de Visegrado parece que cada elección es siempre una decisión entre la corrupción, como el SMER aquí o Andrej Babis en República Checa, y el populismo de Orbán o Ley y Justicia en Polonia. ¿Qué puede hacer la UE para ayudar a defender la democracia en esta zona de Europa?

Cada país de Visegrado es diferente y en Bruselas nosotros estamos intentando visibilizar que Eslovaquia no tiene el sentimiento euroescéptico de sus vecinos. Por otro lado, el parlamento europeo tiene muchas opciones para actuar, más allá de las sanciones, contra algunos de estos gobiernos.  Nuestro eurodiputado Michal Simecka forma parte del Comité por las Libertades Civiles y la Justicia y es uno de los encargados de vigilar los incumplimientos polacos de las normas de la UE.

Autor: José A. Cano

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