Por ser demasiado incómodo para las fuerzas continuistas que se consolidaron durante la Transición, la obra y memoria del autor gitano no ha sido puesta en el lugar que le corresponde. La Universidad de Granada intenta reparar ese olvido
Asusta ver cómo crecen las ciudades
José Heredia Maya, Norte inútil (en Charol, 1983)
del lado del suburbio, sobre todo
del lado dolorido
Este del Edén
Años sesenta y setenta. Últimas décadas de dictadura franquista en medio de un clima de efervescencia política internacional. José Heredia Maya comenzó a desarrollar la idea junto a Mario Maya mientras se encontraba inmerso en una intensa actividad entre el Departamento de Poesía y el Seminario de Estudios Flamencos de la Universidad de Granada. El espectáculo final se estrenaría en enero de 1976 con la producción de José María Ojeda, con guion y poesía del propio José Heredia y con la dirección escénica del también mencionado bailaor y coreógrafo Mario Maya Fajardo (1937-2008). En escena, las voces de cantaores flamencos como Gómez de Jerez y Antonio Cuevas, El Piki. El baile de Concha Vargas y las guitarras de Paco Cortés y El Chuscales harían el resto: historia. Para conmemorar al autor de aquella obra trascendental, Camelamos naquerar, la Universidad de Granada acaba de reeditar todos sus escritos. Seiscientas páginas que reúnen poemas y dramas escénicos, compromiso y denuncia, con el pueblo gitano como protagonista.
Un teatro político gitano
El fenómeno Camelamos naquerar (‘Queremos hablar’ en caló) provocó, a partir de una extensa gira nacional que tuvo su pistoletazo de salida en el Aula Magna de la Universidad de Granada y que alcanzó París, todo tipo de reacciones colectivas y mediáticas. Recibió aplausos, entusiasmo y elogios, pero también las amenazas y ataques más virulentos del arcaico racismo antigitano español. No en vano, la obra representó un hito del teatro político flamenco en el que la hibridación entre denuncia, cante, baile y toque sobre un fondo de historiografía militante y poesía social, resultó ser todo un éxito. Camelamos naquerar es, desde entonces, una obra cuyo sentido sigue abierto, dadas las circunstancias del pueblo gitano no en el Estado español, no en Europa, sino en el mundo.
Desde el «teatro de la crueldad» de Antonin Artaud, pasando por el «teatro pobre» de Jerzy Grotowski, desde la influencia de Bertolt Brecht hasta la de Erwin Piscator, José Heredia supo condensar algunos de los elementos derivados de su renovado conocimiento del teatro contemporáneo europeo en Camelamos Naquerar. Al mismo tiempo, desde Andalucía, el Teatro Lebrijano de Juan Bernabé y La Cuadra de Salvador Távora constituían parte de los cimientos. Pero fue más allá.
La obra, cuyo corazón era el poemario Penar Ocono (1973), era la primera articulación pública de una crítica genuinamente gitana ante 500 años de opresión racial elaborada en nuestro territorio. No sólo eso. La denuncia se abría paso por medio de un lenguaje artístico, por lo que aspiraba a captar la imaginación cultural del momento. Por ello, lejos de atribuir su valor a simples virtudes estéticas, el motor de su impulso respondía a una nueva política de la liberación gitana. Una visión crítica que caló en los anhelos de organizaciones emergentes concretas y que marcó a generaciones enteras de activistas e intelectuales hasta el día de hoy.
Heredia Maya, ancestralidad y memoria
A posteriori, muchos observadores buscan razones excepcionales para explicar la importancia que determinadas figuras gitanas han logrado alcanzar rompiendo el muro folklórico y condescendiente a través del que generalmente se las invisibiliza. Desde el punto de vista de la narrativa convencional sobre la realidad romaní, esas razones residen en la relación de estos sujetos con el mundo dominante.
Pero si estudiamos detenidamente su biografía, pronto descubrimos que el José Heredia Maya niño creció en un contexto familiar que, desde el primer momento, nutrió e impulsó su inquietud como intelectual crítico en el seno de una comunidad concreta. Sus padres, José Heredia y Cándida Maya, eran conocidos y respetados por su compromiso social y solidaridad con los de abajo, así como por su fuerte dignidad cultural como miembros conscientes de un pueblo que siempre ha encontrado la manera de resistir ante los constantes intentos de genocidio. José Heredia hijo iniciaría su aventura formativa arropado y educado en esta atmósfera para, más tarde, continuar en la capital granadina su precoz proceso literario, intelectual y profesional.
Hoy se le recuerda como uno de los intelectuales más importantes de la Andalucía moderna durante la segunda mitad del siglo XX, o como un pensador de referencia durante la transición democrática española. Lo cierto es que José Heredia, nacido en Albuñuelas (Granada) en 1947, se convirtió sin pretenderlo en el primer catedrático gitano reconocido de la historia en la universidad española. Y esto es decir mucho, ya que la entrada oficial de las primeras comunidades gitanas en la península data del año 1425. Después de licenciarse y doctorarse en Filología Románica, ocupó su puesto como profesor de Literatura en la misma Universidad, desde donde pondría en marcha toda su producción como poeta, dramaturgo y ensayista.
En 1973 publicó su primer libro de poemas, Penar Ocono, que sería recibido con gran entusiasmo por la heterogénea comunidad literaria de entonces y que le serviría como carta de presentación en el campo. Escritos de admiración y elogios del puño y letra de voces como Vicente Aleixandre o José Hierro, así como numerosas reseñas, entre las que caben destacar las aparecidas en la revista cultural de izquierdas Triunfo o en el periódico franco-neoyorquino International Herald Tribune son algunas pruebas de ello. El célebre grupo de música Aguaviva, cuyo trabajo era vigilado de cerca por los censores del régimen franquista, puso música en su disco Poetas andaluces ahora a dos de los evocadores poemas del libro, concretamente a las piezas Pon tu cuerpo a tierra y Llanto en el año 1975. A este impactante poemario –ahora disponible en edición bilingüe a través de la editorial Huerga y Fierro y traducido al romanó por el sociólogo Nicolás Jiménez– le seguirían otros como Poemas indefensos (1974), Charol (1983) y Experiencia y juicio (1994).
Mientras tanto, nuestro autor seguiría trabajando en el ámbito teatral llevando a cabo obras como Macama Jonda (1983), que se adelantaría, desde Andalucía, a otros muchos intentos posteriores de fusionar el flamenco con la música andalusí. Junto al extraordinario músico Abdessadeq Chekara y su Orquesta de Música Andalusí de Tetuán, y a artistas de renombre como Enrique Morente, Antonia Rodríguez Montoya, La Negra, o Jaime Heredia, El Parrón, volvía a poner su poética al servicio de un trabajo musical que proporcionaba una contranarrativa al discurso nacional católico sobre el Estado imperial español. Sueño Terrenal (1990) y Un gitano de ley (1997) sellarían la producción teatral de José Heredia germinando en nuevos derroteros por medio de la experimentación con la dramaturgia, el flamenco, el jazz y la revitalización icónica de personas gitanas remarcables.
En el año 2001 funda la revista literaria La mirada limpia, recuperada por el colectivo virtual Insumisas gitanas, en la que colaborarían voces como las de José Hierro, María Izquierdo y Antonio Tabucchi, entre tantas otras. Un proyecto basado en el particular esfuerzo por contribuir a la reflexión abierta sobre literatura y ética. Como toda su producción, desde la publicación se prestaría una especial atención a la percepción dominante de la alteridad y a cómo esta puede ser configurada de forma justa en los imaginarios estéticos correspondientes al campo literario. Los años 2000 serían también la época en la que se publicarían sus últimos dos libros Memoria de papel y Literatura y antropología. No obstante, todo su trabajo, incluidos materiales inéditos, ha sido recopilado en el libro Obra poética completa. Poesía y teatro, texto aparecido en 2013 y reeditado el pasado mes de septiembre por la Universidad de Granada como homenaje a su autor.
Por haber resultado demasiado incómodo para determinadas fuerzas continuistas que se consolidaron durante la Transición, la obra y memoria de José Heredia Maya no ha sido puesta en el lugar que le corresponde. En cierta manera fue desplazado. Aunque en la actualidad pueda ser objeto de numerosos homenajes y gestos de reconocimiento simbólico, hay que recordar que ni todo su memorable esfuerzo por dignificar al Pueblo Gitano en este territorio ni su valía intelectual y artística le sirvieron para escapar de los efectos del racismo. En vida, sufrió campañas de desprestigio basadas en el antigitanismo orquestadas por personajes de poder que, desde la misma tradición reaccionaria responsable de la persecución y el asesinato de su admirado Federico García Lorca, intentaron por todos los medios neutralizar su potencial y alcance.
“Camelamos naquerar: Queremos hablar. Amnistía y libertad” *
La obra se estrenó tan solo tres meses después de la muerte de Franco, pero esa no fue la intención inicial de su productor y del elenco: “En el año 1975, el Ministerio de Información y Turismo denegó reiteradamente, le dio largas, al estreno de un espectáculo del que yo era autor: Camelamos naquerar”, decía al respecto el propio Heredia Maya.
Camelamos confluía en aspectos significativos con las reivindicaciones y luchas de la izquierda transformadora del momento. Granada también era un hervidero de lucha social y política. Un ejemplo de ello: el filósofo francés Louis Althusser fue invitado a la facultad de filosofía de Granada por su colega, el gran marxista y teórico de la literatura Juan Carlos Rodríguez. Este evento coincide con la llamada «redada del Cerro del sombrero», en la que las fuerzas del régimen reprimieron duramente a más de medio centenar de trabajadores en los días previos a la celebración del 1º de Mayo. El periódico Ideal, comprometido en aquellos momentos con la denuncia de la situación, y aliado en la promoción de Camelamos naquerar, se hizo eco de lo acontecido, publicando una carta de denuncia firmada por las esposas de los detenidos. En aquellos días, la compañía estaba de vuelta en Granada y volvía a representar la obra en la Facultad de Ciencias de la misma ciudad. Es sabido que antes de iniciarse, José Heredia y Mario Maya cedieron el espacio a las esposas de los detenidos para que pudieran contar ante el público cuál era la situación.
La participación de Heredia Maya en el Primer Congreso de Historia de Andalucía del 76 cuya intención pretendía ser impulsar «una teoría para la reconstrucción cultural andaluza» y en el histórico homenaje a Federico García Lorca que comienza a organizarse antes de la muerte de Franco en Fuentevaqueros son claros ejemplos. «Camelamos naquerar representa la participación gitana en la lucha de clases, sin renunciar a su propio lenguaje simbólico-cultural gitano», escribe Jesús Quintanilla Azzarelli en su interesante tesis doctoral Impacto mediático de ‘Camelamos naquerar’ en la Prensa de la Transición democrática (2015). Tal y como advertía, la gira nacional sufrió presiones constantes. Los ejemplos más contundentes de ello lo constituyen las reiteradas amenazas protagonizadas por una fuerza política existente de la época llamada el PRD, Partido Racial Democrático. La obra fue boicoteada en Canarias y otros lugares a base de amenazas violentas: «¡Fuera los gitanos! ¡Hoy van a morir los cerdos gitanos!» y el inevitable «¡Viva Cristo Rey!».
Los dueños y responsables de locales y teatros donde se iba a representar Camelamos y donde se iban a realizar eventos reivindicativos por los derechos de la comunidad gitana fueron amenazados de muerte. José Heredia fue coaccionado y amenazado en numerosas ocasiones, así como el resto del elenco. Incluso, según el el sociólogo José Heredia Moreno, hijo del poeta, se quemó uno de los teatros en los que estaba prevista la función. No podemos olvidar que, durante la presentación del espectáculo, que utilizaba como marco narrativo la legislación antigitana del Estado español activa durante 479 años, todavía existían tres disposiciones pertenecientes al reglamento de la Guardia Civil que legitimaban la persecución, maltrato y control de las familias gitanas. Dichas alusiones fueron anuladas en 1978 después de que Juan de Dios Ramírez Heredia, diputado gitano, entonces de UCD y luego del PSOE, defendiera en el Congreso de los Diputados una proposición no de ley para su derogación definitiva.
Seguimos queriendo hablar
La voz de José Heredia Maya se apagó demasiado pronto, en el año 2010, cuanto contaba con 63 años, a causa de una extraña enfermedad. Ese fue el único evento que consiguió apartarlo de su compromiso. Y a pesar de que todo reconocimiento justo es deseable y sano, lo realmente significativo sería recuperar el espíritu que sigue latiendo en sus obras más radicales y atrevidas. No para copiarlo, eso es imposible. Tampoco para extirparlo e intentar trasplantarlo sin respetar las inquietudes de quienes fueron sus creadores.
Lamentablemente, Camelamos naquerar ha caído en un relativo olvido, aunque hay capas importantes del espectro antifranquista y sobre todo gitano de la época que conservan el recuerdo de lo que aconteció y sobre todo de lo que pudo acontecer. Camelamos naquerar se convirtió en el grito de buena parte del movimiento asociativo gitano del Estado español y dio nombre (aún lo hace) a muchas organizaciones e iniciativas en todos los campos. Como siempre, no podemos agotar, ni tan siquiera comenzar a explorar, algunas de las consecuencias más sugerentes de un asunto tan interesante y necesario como el que gira en torno a esta obra y a sus autores. Así que, dejando muchas cuestiones en el tintero, nos contentamos con insinuar posibilidades de reflexión con la esperanza que invadan nuestras prácticas artísticas, culturales y políticas.
* Estas fueron las palabras con las que José Heredia Maya culminó su intervención en el homenaje de 1976 a Federico García Lorca, evento por el que muchas voces participantes fueron multadas por la dictadura.
Fuente: La Marea
Autor: Helios F. Garcés