Los agentes de Prosegur que «patearon» a un joven con discapacidad a las puertas del estadio de fútbol de Gijón tendrán que declarar ante el juez. El lugar donde ocurrieron los hechos era un ángulo muerto y las cámaras de videovigilancia no grabaron nada. 

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La familia de Eleazar presume de su esencia gitana, pero confiesa que a veces piensan que si esto le hubiera ocurrido a un niño «con más poderes» todo hubiera sido distinto. «Nos llamó la atención que, con lo que pasó, no se pusieran en contacto con nosotros nadie de la Federación Española de Fútbol ni del Sporting de Gijón», explican, ya que ni siquiera mostraron sus condolencias. Eso sí, están «muy agradecidos» a todo el cariño que han recibido y el apoyo público. 

Se levantaba a las 7:00 de la madrugada ya fuera lunes o sábado y obligaba a «ponerse a funcionar» a sus tres hermanos pequeños. Eleazar García Hernández vino a este mundo en abril del 89 con unas ganas de vivir que le impedían quedarse parado. Su parálisis cerebral –tenía reconocida una discapacidad del 75%– no le impedía hacer una vida independiente y totalmente autónoma. «Era como un niño. Grande, porque ya tenía 30 años y medía casi 1,90, pero un niño, al fin y al cabo, que hablaba con todo el mundo», explica su tío Diego, portavoz de una familia rota desde hace dos meses. Se dedican a la venta ambulante, son de etnia gitana y originarios de la cuenca minera asturiana, de la zona de Mieres, pero se trasladaron a Gijón en el 78, donde ya nació Eleazar. Aunque él solía ayudar los sábados en el mercadillo de La Felguera, entre diario tenía una rutina muy establecida. Acudía a un colegio de educación especial a Castiello, cogía el autobús él solo y se conocía los barrios de Moreda y Montevil como la palma de su mano. Fue en el centro de Casielles donde le regalaron unas entradas de fútbol que resultaron malditas. «En la familia somos del Sporting y del Real Madrid, pero él tenía su propia personalidad: era incondicional del Barça y, sobre todo, de la Selección Española. Por eso le hicieron tanta ilusión esas entradas». Se trataba de un encuentro entre la Selección Española y la de Islas Feroe que se celebraría en el estadio municipal de El Molinón. Era la primera vez que veía a su querida Selección Española en directo y cuando llegó el día, el pasado 8 de septiembre, no hubo persona con la que se cruzara que no le dijera dónde iban a ir aquella tarde. Tenían tres entradas: para su primo, para su padre y otra para él. Tenían tantas ganas que accedieron al estadio mucho antes de que comenzara el encuentro deportivo para verles entrenar. Francisco Javier, el padre de Eleazar, grabó emocionado un video ya sentados en los asientos 8, 15 y 16 de la tribuna oeste. En las imágenes, se ve cómo Eleazar, vestido con un polo fucsia, saluda tímidamente a la cámara mientras su padre le señala a Sergio Ramos. Todo debería haber sido una tarde de diversión, pero se truncó. En un momento dado, Eleazar se levantó de su sitio, algo que no sorprendió a sus familiares. «Él se ponía a hablar con todo el mundo como un niño, iba solo al baño como cualquier persona… Nadie se alarmó porque se hubiera ido un momento», explica su tío. Sí lo hicieron cuando consideraron que ya llevaban demasiado tiempo sin verle: no era normal que se perdiera tanta parte del partido. Su padre y su primo dieron la voz de alarma a un agente de seguridad dentro del estadio, describiendo al chico, su ropa y destacando que tenía discapacidad intelectual. Se desonoce si esta información se procesó como marca el protocolo, pero los vigilantes de seguridad situados en las puertas de acceso al estadio, desde luego, no debían tenerla. Eleazar se había perdido. Había salido fuera del estadio y ahora trataba sin éxito de volver a entrar. Le pedían la entrada pero las tenía guardadas su padre. Al parecer, el chico trató de acceder por una puerta que no correspondía y, según este familiar, «ahí empezó el lío». Los agentes de Prosegur creyeron que se estaba intentando colar y Eleazar se puso nervioso. «En ese momento era un niño que se había perdido. Había que cogerle de la mano y tranquilizarle, no darle patadas», resume su tío. 

Parece que nadie se preocupó por escucharle y, desde luego, la alerta del chico desaparecido no se había difundido correctamente. Las características dadas: un joven con discapacidad, de 1,88 metros y con polo fucsia no habrían dejado lugar a duda de que se trataba de la persona que tenían enfrente y cuya familia estaba buscando ya de forma desesperada. Según parece, Eleazar se saltó un torno y arrolló con ello a una joven del dispositivo de seguridad. Sus compañeros, lejos de encauzar la situación, se avalanzaron sobre el chico con discapacidad para tratar de reducirle. Una testigo presencial de los hechos explicaba a «La Voz de Asturias» que vieron cómo inmovilizaron a Eleazar «entre 12 o 15 vigilantes». «Nos llamó la atención tanto despliegue para una sola persona. Me pareció un abuso. Cuando nos acercamos vimos como si el chico se desmayara. Lo tenían con los brazos en cruz contra la puerta vallada, cogido del cuello para arriba y le empezaron a dar patadas en los tobillos». La cosa no terminó ahí. Desde el dispositivo de seguridad llamaron a la Policía Local para que se llevaran a Eleazar por desacato a la autoridad. Cuando los agentes llegaron y vieron cómo se encontraba el joven decidieron llevarlo a un centro de salud. Allí, según un celador, también le tiraron al suelo y le pusieron «la rodilla en al espalda». Eleazar García falleció allí mismo. Mientras tanto, su padre continuaba buscándole en las inmediaciones de El Molinón. Cuando los de seguridad cayeron en la cuenta de que ese padre debía ser el del chico del altercado, le condujeron hasta el centro de salud. «Había cuatro policías en la puerta que no le dejaban entrar. Le dieron una pastilla y se lo dijeron. No pudo verlo», explica Diego. Lo hicieron ya en el Anatómico Forense y enseguida confirmaron que había pasado algo raro porque Eleazar estaba lleno de golpes y moratones. La autopsia reveló que había muerto de un paro cardíaco, pero él no sufría de ninguna patología coronaria. El análisis forense reveló «graves lesiones ante mortem» por todo su cuerpo, algo que tendrá que investigar ahora el titular del Juzgado de Instrucción número 2 de Gijón. El magistrado también analiza el atestado policial remitido por la UDEV (Unidad de Delitos Violentos) de la Brigada de Policía Judicial de Asturias. A pesar de las lesiones ante mortem que reveló la autopsia de Eleazar nunca investigó Homicidios. De hecho, el instructor de las diligencias es el mismo policía nacional que ejercía las funciones de responsable de seguridad del estadio el día de los hechos. «¿Cómo pueden poner a investigar a la persona que debió haber evitado todo esto?», se pregunta la familia de Eleazar, que ahora cuenta con la ayuda letrada de Marcos García Montes. Su bufete ya ha solicitado la comparecencia de los vigilantes de Prosegur que estuvieron ese día entre las puertas 15 y 20, a los responsables del estadio para que acrediten el lugar exacto donde se produjo el suceso y si es cierto que se trata de un ángulo muerto, donde las cámaras de seguridad no grabaron nada. 

Sin apoyo 

La familia de Eleazar presume de su esencia gitana, pero confiesa que a veces piensan que si esto le hubiera ocurrido a un niño «con más poderes» todo hubiera sido distinto. «Nos llamó la atención que, con lo que pasó, no se pusieran en contacto con nosotros nadie de la Federación Española de Fútbol ni del Sporting de Gijón», explican, ya que ni siquiera mostraron sus condolencias. Eso sí, están «muy agradecidos» a todo el cariño que han recibido y el apoyo público de gente como Juan José Cortés. 

Las claves 

1. La alerta por la desaparición de Eleazar no se difundió de forma correcta en el estadio 

2. Varios testigos vieron cómo los agentes «patearon» y agarraron del cuello al chico 

3. Las cámaras de seguridad no grabaron el punto donde se produjeron los hechos 

4. La autopsia revela lesiones ante mortem en su cuerpo 

Fuente: larazon.es, Laura Álvarez

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