Italia celebra hoy la Festa della Liberazione, la historia de estos combatientes sigue siendo poco conocida
Mirko Levak logró huir del campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau y se unió a la Resistencia. A Giuseppe Catter (nombre de combate Tarzan) lo mataron los fascistas italianos cerca de la ciudad de Imperia, en Liguria, y la columna partisana de la que formaba parte tomó su nombre a partir de ese momento. Amilcare Debar (nombre de combate Corsaro) hizo de enlace para la Resistencia hasta que finalmente decidió también él empuñar el fusil en la 48 Brigata Garibaldi Dante Di Nanni; conoció en la lucha a Sandro Pertini y cuando este se convirtió en presidente de la República Italiana lo recibió oficialmente en el palacio presidencial con un emotivo abrazo entre viejos combatientes antifascistas. Mirko, Tarzan y Corsaro son tres identidades, tres apuntes de gitanos partisanos italianos que quiero recordar en este 25 de abril, Festa della Liberazione.
La Resistencia llegó a contar con un batallón formado íntegramente por sinti, la población gitana con mayor presencia en Europa central, Escandinavia e Italia. Fueron conocidos como los Leones de Breda Solini, localidad de la provincia de Módena. Una parte de ellos se habían fugado del campo de concentración de Prignano sulla Secchia (en los campos de exterminio fueron aniquiladas durante la Segunda Guerra Mundial cientos de miles de personas de etnia gitana). Otros eran saltimbanquis, acróbatas y equilibristas profesionales que en los dos años finales de la guerra llevaron una doble vida: durante el día sembraban la alegría en las poblaciones donde actuaban como artistas ambulantes, por la noche sembraban el desánimo en las filas nazis con actos de sabotaje, robos de armas y municiones… Cuando desarmaron a una avanzadilla de soldados nazis fue la propia población de la zona la que les adjudicó el sobrenombre de los Leoni di Breda Solini. Operaron en distintas zonas de las regiones de Lombardía y Emilia-Romaña.
Giacomo Gnugo De Bar, primo, nieto e hijo, respectivamente, de tres de aquellos resistentes gitanos, cuenta en su libro Strada, patria sinta que los combatientes sinti “se ganaron el corazón de la gente como héroes, también por el hecho de que utilizaban la violencia lo menos posible, porque nosotros, los sinti, nunca hemos tenido voluntad de guerra ni el instinto de matar a un hombre solo porque sea un enemigo”. Tras la derrota de Benito Mussolini, un fascista se atrincheró en su casa de Breda Solini con un arsenal de armas y amenazó con abrir fuego contra cualquiera que se acercara y con hacer saltar por los aires toda la casa. “Yo solo me rendiré ante los Leones di Breda Solini”, dijo, confiando en recibir buen trato. Se entregó a los combatientes sinti, luego se hizo cargo del prisionero un grupo de partisanos payos y al fascista le cayó encima una buena somanta, aunque con todo eso le fue mejor que a su admirado Mussolini.
En su novela ¿Por quién doblan las campanas?, Ernest Hemingway hizo un reconocimiento a la participación de gitanas y gitanos en el bando republicano durante la guerra civil. Pero la población gitana se batió también contra el fascismo en muchos otros escenarios europeos, durante la Segunda Guerra Mundial hubo romaníes y sinti en guerrillas rurales o urbanas de Rumanía, Yugoslavia, Polonia, Francia… Su historia no ha sido documentada, ni recuperada, ni reivindicada como merece. Hoy se celebra la Fiesta de la Liberación, que conmemora la fecha en la que el Comité de Liberación Nacional Alta Italia proclamó la insurrección general contra las tropas nazifascistas. La historia de los Leones de Brida y de otros miembros sinti de la Resistenza sigue siendo poco conocida y poco reconocida, a pesar de que el 25 de abril de 1945 la libertad y la vida florecieron en Italia también gracias a ellos.
Autor: Paco Álvarez
Fuente: Nortes