Una reyerta entre dos familias de etnia gitana en el barrio de San Blas se saldó el pasado domingo con cuatro personas detenidas -una de ellas menor- y un policía municipal herido. El choque de clanes tuvo lugar sobre las 18 horas en una cafetería de la calle de Amposta, muy cerca de la estación de Metro de Simancas. Allí, una turba de unas 30 personas atacó a otra de 20 que trataba de agredir a un individuo del grupo rival. 

La mecha prendió poco después de las 17 horas, momento en que la Policía Municipal recibió el aviso de que un vehículo impedía el paso de otro en la zona. Hasta el lugar se desplazó una patrulla que se topó con un intento de linchamiento por parte de una veintena de personas. Rápidamente, solicitaron refuerzos y consiguieron proteger al hombre amenazado. Pero lejos de remitir la tensa situación, los agentes se vieron envueltos en mitad de una fuerte trifulca cuando un grupo más numeroso de familiares y amigos del individuo acorralado atacaron por sorpresa a sus enemigos. 

Los dos clanes se enzarzaron en una disputa donde el mobiliario del bar más cercano voló por los aires. Ataviados con palos, algunos de los participantes golpearon a un agente que trataba de mediar. La Policía Nacional fue requerida también para poner fin a la pelea, en la que fueron arrestadas tres sujetos -uno de ellos por portar un arma simulada– y un cuarto, menor de edad, por amenazas. El resto huyó a la carrera, según apuntaron fuentes policiales. 

Signos de degradación 

«Estaba toda la calle tomada por la Policía», señalaba ayer un vecino, testigo presencial del suceso. «Dentro de lo que cabe, suele ser un sitio tranquilo», apuntaba otro, consciente de que el barrio presenta claros síntomas de degradación. Lo cierto es que los alrededores de la calle de Amposta, antaño un enclave marcado por la salida de «cundas» a los poblados chabolistas de la droga, es ahora un espacio estigmatizado por sus reductos. 

El vecindario, conformado en su mayoría por personas de avanzada edad, se mantiene alerta ante una posible venganza por parte de los clanes: «Esperemos que no pase nada y podamos vivir en paz», advertía una residente. 

Artículo: abc.es

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