Los manifestantes acusan al resto de familias de la misma etnia de no condenar el crimen por miedo a las represalias
Las concentraciones diarias frente a la casa de Los Visita han sido suspendidas, a petición de los familiares del fallecido
En algunas barriadas humildes, como la del Pozo del Tío Raimundo, existe una regla no escrita que todos sus moradores conocen: «Aquí, quién la hace, la paga». Es la ley de la calle, de una calle forjada a hierro, donde el miedo y el silencio zurcen el tejido social de un vecindario con demasiada rabia acumulada. La evidente «omertá» de las más de 130 familias de etnia gitana que residen en esta deprimida zona de Entrevías (Puente de Vallecas) agrava, más si cabe, el repudio al clan de Los Visita, cuyos miembros, D. C. A., alias «El Yaqui», y su hijo, J. C. B., «El Chule», continúan en paradero desconocido cinco días después de que Francisco D. C., de 64 años, perdiera la vida a las puertas de su casa, tras ser acuchillado en el cuello.
Superada la tensión inicial, con altercados diarios que han obligado a la Policía Nacional a redoblar esfuerzos para controlar la exaltación de una turba vecinal, a la que el jueves se sumó un nutrido grupo de Bukaneros -los ultras del Rayo Vallecano-, el temor se traslada ahora al próximo domingo. Ese día, el mercadillo del Pozo, bautizado como El Rastro, vivirá su jornada más difícil. «No vamos a dejar que vendan nada», coinciden la mayoría de manifestantes, ante lo que consideran un apoyo encubierto de la comunidad gitana al clan de Los Visita. «No han venido ni una vez a protestar junto a nosotros. No vamos contra ellos, pero no entendemos por qué no han salido a la calle para pedir que los asesinos se marchen», remarcaba ayer una allegada del fallecido.
En los mentideros del Pozo, una teoría cobra fuerza con el paso de los días: «Si el crimen hubiera sido entre dos familias gitanas, el patriarca del barrio ya se habría encargado de que se fueran. Pero al ser contra los payos, nadie quiere pillarse los dedos». El mensaje ha calado hondo. Tanto, que ayer por la tarde, la familia de Paco, como así se le conocía al difunto, y la Asociación de Vecinos de El Pozo suspendieron las concentraciones frente a la casa de Los Visita, con el fin de «recuperar la normalidad» y que prospere «la mediación abierta» para que la familia del presunto autor del apuñalamiento abandone el barrio: «No se pide que se echen a 136 familias de etnia gitana».
Horas antes de lanzar esta loable llamada a la cordura, el hijo pequeño del fallecido, Francisco Doctor, que vivía en la misma casa que sus padres, tuvo fuerzas para asegurar que no era la primera vez que discutían con Los Visita: «Bajamos a cuatro cachorrillos que tenemos y empezaron a recriminarnos la suciedad que dejan». La historia, después, es de sobra conocida. Tras el roce dialéctico, los familiares de Paco se marcharon a un parque cercano sin saber que a su vuelta, la encerrona estaba preparada.
«Paco salvó a su hijo»
Los Visita abordaron entonces a sus víctimas con insultos y empujones, lo que motivó que familiares de uno y otro bando salieran a la calle para proteger a los suyos. En medio de las agresiones, Paco vio como alguien sacaba un cuchillo y se interpuso, de forma fatídica, entre el atacante y su hijo: «Mi padre salvo a mi hermano».
Una sobrina del asesinado, testigo de la reyerta, explicaba ayer a los medios que justo, cuando los integrantes del clan repudiado iban a irse, apareció «El Yaqui» y le propinó varios golpes en la cabeza a su padre. «Yo estaba peleándome con “El Chule” hasta que entró a su casa y sacó un cuchillo con el que fue a por mi primo, que se agachó para apartar a Paco y resultó herido. Entonces se fue a por mi primo mayor, con la mala suerte de que Paco estaba en medio y le pinchó», relataba. Tras ello, todos los hombres del clan pusieron pies en polvorosa. «El Yaqui» y «El Chule» lo hicieron a bordo de un Seat Toledo, de color dorado, acompañados de otros familiares.
Apodados en honor a su matriarca, Visitación A. H., ya fallecida, Los Visita son solo una parte del extenso clan de Los Campos, «famosos» por extorsionar a tenderos en los mercadillos callejeros. Pero no solo eso. Seis años atrás, varios de sus miembros fueron detenidos por amenazar a los vendedores de frutas y verduras de Mercamadrid, empleando para sus fines cuchillos y pistolas.
Fuente: abc.es